Explícame la parte bonita de la historia

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Villaviciosa de Cordoba, Spain
Jim Morrison decía: "Y es por eso que me gusta tanto la poesía: porque es tan eterna. Mientras haya gente, se podrán recordar palabras y combinaciones de palabras. Nada puede sobrevivir a un holocausto salvo la poesía y las canciones. Nadie puede recordar una novela completa. Nadie puede describir un filme, una escultura, una pintura. Pero en tanto y en cuanto haya seres humanos, las canciones y las poesías pueden continuar...". O acaso: ¿Quien no se ha sentido alguna vez como un poeta atrapado entre el cielo y el infierno?".

"Los buscadores de sueños encuentran oro en cualquier parte"

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sábado, 17 de octubre de 2015

Digámoslo así!



Agoté la eternidad de mis mejores horas. Consumí momentos y drogas. Viví tiempos inciertos y aquellos otros donde todo era juventud, locura y conocimiento.
Absorbí la vida por ósmosis transversal inversa. Y todo para descubrir que no existía la extenuante libertad. Concluí los teoremas sobre como sobrevivirte a ti mismo. Me vacié en arte y sentimientos. 

Terminé con el yo y con el tú de nosotros mismos; con el reproche y con la inexactitud prolongada a lo largo de mil y una noches. Acabé con la psicosis de la felicidad. Intentarlo es condición de ser, conseguirlo es trabajo de científicos.

Musité poemas de amor y como ninguna se daba por aludida decidí escribirlos a escondidas. Me gané pues, la potestad de creer en mis propios versos aunque más nadie lo hiciera.

Comprendí que el sentido de los días aciagos era que no tenían sentido alguno.
Me bajé varias veces del mismo tren y en todas las estaciones encontré la misma señal: ¡Vuelva por donde ha venido!.

Me imaginé un mundo de verdad, una tierra fértil donde poder albergar esperanza y solidaridad. Soñé con supuestos imposibles e impasibles. Me batí en duelo contra mis peores pesadillas. Nada da más satisfacción como derrotar a tus propios fantasmas.

Escuché gritar a las musas cuando me recriminaban que no podían quedarse a mi lado pero que tampoco podían marcharse de él: ¡Locas insensatas!.

Escudriñé el destino con estrategias post apocalípticas intentando hallar la quinta esencia, y entonces descubrí que yo no era precisamente un alquimista.

Salté del mundo en marcha ... oh no ... espera ... eso quizá fuese solamente un sueño escondido dentro de una epopeya. 

Bebí pócimas analgésicas que sabían a cielos nublados. Bajé por escaleras interminables hasta recorrer caminos insondables que no aparecen marcados en ningún plano. Y me caí ... y me levanté. Comencé de nuevo, desde el principio, pero con un fin muy distinto. Y me equivoqué después de haber acertado una y otra vez. 

Enfermé tres de cada cuatro días. Entonces, observé y aprendí. Quise irme y me fui. El quedarme solamente era posible hasta que mi presencia dejase de ser grata, como así fue. Entonces desaparecí, oculto como un as bajo la manga. 

Sonreí contigo y sin ti. Te hice el amor mucho antes de que tú me lo hicieras a mí. Tomé, bebí, sentí, amé, viví. Me embriagué de aromas, sensaciones y matices cotidianos, de esos que pasan desapercibidos para el resto de seres humanos: una caricia, un color, una nota musical, un lienzo, un dolor ...

Psicológicamente con los años me inestabilicé y si debo ser sincero este estado no pinta mejorar con el paso del tiempo. Para ser justos, después de todo esto:

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